jueves, 11 de junio de 2015

Batalla 3 - Fantasy

BATALLA 3 – LA HORA DE LA VENGANZA


Tras la batalla en la cima de la Masacre los generales Entmanuel y Ochando Barbadura observaron ciertas actitudes que no podían comprender, tanto el general elfo como el general enano, buscaban objetivos muy distintos, pero un elfo intentando lanzar algún tipo de magia, sobre un edificio que parecía resultar un punto clave en esta guerra no podía inspirar mucha confianza, estos orejas picudas siempre guardaban secretos que no les gustaba compartir esa información.
Era bien sabido que el secretismo de  estos era algo que los testarudos enanos no soportaban, la arrogancia de los orejas picudas han provocado muchas veces ciertos eventos que han afectado a muchas más razas de las que ellos habían pensado inicialmente.
Al pasar unos días del enfrentamiento, el general Ochando se encontraba en su campamento, caminando y meditando profundamente en el resultado de la última batalla, había fallado, y nada más ni nada menos que al mismo rey de los enanos… Sabía que esa afrenta no iba a poder quedar así, y sabía que tarde o temprano su rey, le haría pagar cara esa falta. Cuando estaba a punto de dar la segunda vuelta al perímetro del campamento, observó, como un explorador se dirigía hacia él, corriendo y con semblante de preocupación. Al llegar a su general, el ágil explorador intentó recuperar el aire lo más rápido, una vez recuperado,  le comunicó la noticia… Unos pieles verdes se movían por la zona y parecía que los estaban rodeando, de forma intencionada o no, pero lo hacían.
Ochando no dudó ni un momento en armar a sus tropas, tenía que parar a tiempo esta amenaza, unos pieles verdes descontrolados o un posible Waaagh, era una gran amenaza, así que tocaba centrarse en matar  al kaudillo y así dejar a la serpiente sin cabeza, Ochando inspiró a su tropas para dirigirlas como era debido al combate. Así que marchó junto con el explorador, al lugar donde había visto a ese pequeño grupo de orkos.


Mientras tanto Entmanuel se encontraba en su tienda, leyendo una y otra vez la nota recibida por Ariel, mostrando su disgusto con las noticias recibidas.
Como todo buen general elfo, Entmanuel, quería mostrar su valía pues la primera batalla no había podido resolverse como él tenía planteado, los No muertos y el ejército enano, le jugaron una mala pasada, y la misión recibida de las manos de la propia Ariel no haberla conseguido, sabía que significaría que algún otro error podía costar un gran agravio, y las ofensas a los elfos, no son algo que perdonasen de forma temprana.
Aunque guardaba rencor a los No muertos, esas criaturas inferiores le habían ganado y su orgullo élfico no lo podía tolerar. Aunque sabía que todo el problema vino a raíz de los objetivos enanos, destruir ese templo, cuando cualquier  elfo sensato sabía que tocaba sellar la magia que fluía en su interior.
Pero claro… No hablábamos de un elfo, sino un terco enano, un tozudo hombre bajito que cuando se le ponía algo entre ceja y ceja, no había opción a que se retirasen o cambiasen de opinión. Sabía que la obsesión desarrollada por ese enano solo podía resolverse de una forma, tenía ganarle en un duelo personal, mostrando que era un general muy superior.
Al poco de comenzar a despejarse, recibió una notica de uno de sus capitanes de exploradores. Una Legión de No muertos se encontraba por los alrededores de una ciudadela Bretoniana. Así que con ganas de mostrar su valía, así que dispuso a sus tropas y fueron lo más rápido que podía para frenar esta amenaza. Aunque al llegar se llevaría una extraña sorpresa, el rival al que esperaba enfrentarse no iban a ser los No muertos, todo lo contrario, el rival que tenían delante no era otro, que el ejército enano.
La sorpresa fue en ambos lados, cada general respectivamente, había esperado un rival, pero el destino era caprichoso y les puso delante a su rival más deseado… Enseguida comenzó una batalla táctica, donde la posición de las armadas y los movimientos iban a ser un  importante punto a tener en cuenta.
Durante la batalla los elfos mostraron su eficacia como tiradores, un Silvano no tiene rival a la hora de disparar, sus arcos no tienen rival. Y efectivamente el resultado fue el esperado, las flechas se clavaron en muchos cuerpos enanos, mientras estos abusaban de sus máquinas de guerra, aunque no lograron hacer los impactos suficientes. Tras comprobar la amenaza de las máquinas de guerras, Entmanuel, decidió ordenar a sus tropas que se centrasen en el general enemigo, Ochando Barbadura debía pagar la ofensa hecha en su anterior encuentro.  
Con el transcurso de la batalla, los arqueros élficos se centraron en abatir a Ochando, y como era de esperar las continuas lluvias de flechas terminaron por mal herir al general enano… Las tropas asustadas decidieron recoger el cuerpo malherido de su general y llevarlo al campamento, finalmente Entmanuel pudo conseguir su venganza personal, aunque un enemigo común apareció por el campo de batalla… La Legión de No muertos irrumpió en el enfrentamiento que transcurría, las tropas No muertas consiguieron distraer las tropas, llegando a desviar la atención del combate por completo. Aunque los No muertos eran una pequeña fracción de lo que se encontraba en los alrededores, fueron una gran amenaza para los elfos, aunque pudieron cobrarse su venganza alcanzando a Ochando Barbadura, las bajas causadas por las unidades No muertas, fueron las suficientes para hacer que Entmanuel optara por retirarse.
Aunque el resultado fue amargo para ambos ejércitos, ambos bandos pudieron sacar algo positivo. La baja causada en el ejército enano supondrá un grave problema, para la próxima batalla, pero lo importante era que pudieran seguir adelante, sin dudar.

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