CAPITULO III – La llega de los caballeros
Como era de esperar, todas las grandes potencias estaban
interesadas en esta nueva región, por lo que los hombres no iban a ser menos.
Los primeros en interesarse fueron los bretonianos, por lo que rápidamente dispusieron
sus flotas y sus caballos para esta nueva expedición.
Las batallas traían consigo muchos rumores, entre ellos los
de la nueva región, así que sin dudarlo dos veces el Rey Louen no dudó en
buscar a un comandante que liderase estas tropas, para así hacerse con un gran
terreno en esta nueva tierra. Todos sabían que iba a ser una difícil tarea
conquistarla toda, pero una gran parte de ella si podía ser posible, pero se
necesitaba a un general con una gran ambición.
Aunque el Rey Louen ya tenía al posible candidato, pero en
estos momentos se encontraba en una pequeña contienda contra un grupo de pieles
verdes, así ordenó que informasen a este joven general para que se
personificase ante el Rey, pues este quería darle la noticia.
Tras unas largas semanas de incesables e incansables
enfrentamientos contra los pieles verdes nuestro neófito general, Theodric de
Brione, estaba a punto de asestarles el golpe definitivo, sabía había labrado
su fama con las victorias arrebatadas a esta horda de guerreros temerarios,
apostó por jugadas muy arriesgadas en muchas de las batallas, en otras,
simplemente apostó por el coraje de sus soldados, y aunque los pieles verdes
estaban dando una lucha sin cuartel, bestia y hombre eran una temible unión
para estos.
Cuando estaba organizando los preparativos para el asalto
final contra los pieles verdes Theodric recibió la carta que le había mandado
el rey, preocupado y nervioso, se apresuró a preguntarle al mensajero si sabía
de que trataba esta llamada, pero este negó con la cabeza, solo le remarcó que
se apresurase en partir.
Tras días de marcha forzadas, Theodric de Brione llegó a la
capital, una vez allí no desperdició ni un segundo y se dirigió hacia el
castillo del rey Louen.
Conforme la guardia vio llegar al joven general, se
apresuraron en avisar al rey. Ante la presencia de este Theodric cuidó de
manera, casi obsesiva, sus modales, no sabía por qué había sido llamado y era
mejor no arriesgarse.
Cuando el rey Louen le contó el motivo de su llamada,
Theodric saco todo el orgullo que todo buen bretoniano hace gala de poseer, y
mirando al rey a los ojos y con una mirada capaz de inspirar al hombre mas
temeroso, respondió positivamente ante la propuesta del rey. Había sido escogido en persona por el rey,
gracias a su fama labrada en el campo de batalla, para liderar la expedición
que iban a mandar a Nueva Lustria, que reconocimiento y honor mas grande se
podía obtener.
En los sucesivos días los bretonianos prepararon todo lo
necesario para el asentamiento, para el combate y la supervivencia en aquel
lugar. Les llevó muchos días prepararse, pero para cuando se encontraron listos
para partir, los días brillan con tal fuerza, que incluso en estos días de
oscuridad y guerra, parecía que la gran dama les había bendecido, pues disfrutaron
de unas condiciones casi perfectas.
Una vez en nueva Lustria no dudaron en comenzar a crear su
asentamiento, se emplazaron cerca de la costa, en lo alto de una colina, con
una cercana cueva, que improvisarían a modo de cuadras, las habían explorado, y
ninguna posible amenaza se encontraba allí dentro. Aunque no tardarían mucho en
darse cuenta que aquella nueva tierra, escondía tantos secretos y peligros, que
el peor enemigo que podían tener era la confianza.
CAPITULO III.2 – Los chikoz ze van de marcha
Tras las continuas derrotas sufridas a manos de los
bretonianos, Grimgor piel de hierro hizo llamar al actual kaudillo de su horda
de guerreroz. El temeroso kaudillo sabía que tener que acudir en presencia del
propio Grimgor era uno de los peores castigos que, cualquier kaudillo orko
pudiese desear, y efectivamente así fue. Nada mas se presento en el kampamento
donde se encontraba el famoso kaudillo, y este se percató de su presencia ,
profirió un grito de tal potencia, que todos los orkos del kampemento se
quedaron congelados ante el temible castigo, corrió hacía el general, empujo a
un gran orko salvaje y le arrebato de las manos el arma, y antes de que
pudieran darse cuenta le había cortado la cabeza a su general… Una vez mostraba
porque era el kaudillo mas temido.
A los pocos minutos de este suceso, y con una expresión de
ira en su rostro, comenzó a gritarles a
sus tropas:
“¿Quien de vozotroz ez
digno de hacerse llamar kaudillo, quien de vozotroz quiere la gloria, quien
busca zer el gran kaudillo de un waaaagh!, quien buzca la fama?
Aquel que crea que ez
kapaz de zer un verdadero kaudillo que de un pazo al frente.”
Muchos orkos no sabían que hacer, no habían visto a su
kaudillo tan enfandado, y eso les hacía respetarle y temerle, aun más. Pero es
bien sabido, que muchos orkos con tal de demostrar que son el orko más grande,
son capaces de todos. Pero enfrentarse a la ira de Grimgor piel de hierro… Era
otra cosa muy distinta. Pero como siempre dentro de toda horda, algún orko con
poco sentido común intenta responder a la llamada de su kaudillo, y así fue. Un
orko de tamaño normal, sin un gran cuerpo que pudiera inspirar mucho respeto a
otros a orkos decidió dar el paso, muchos orkos comenzaron a burlarse de él e
intentar pegarle, pero al primero que le puso la mano encima, el pequeño orko
no dudó ni un segundo en cortarle la mano y atravesarle el cuerpo con su arma,
con lo que el descontrol rápidamente se convirtió en calma. Grimgor asombrado
por lo que acababa de presenciar, vio en este desconocido orko, las
características de un kaudillo en potencia, se acercó y le preguntó el nombre,
a lo cual el orko respondío:
“Skitzzy ez mi
nombre.”
No dijo nada mas, Grimgor se le quedó mirando y asombrado
por el coraje o la insensatez del guerrero, le hizo acompañarle a su kuartel,
donde le puso al día de la situación de la nueva región que había surgido, y de
sus planes para conquistarla. Cada vez que Skitzzy oía la palabra conquista,
sus ojos brillaban y sus puños se cerraban con fuerza, esto Grimgor lo
interpretó como una señal de que los mismísimos Gorko y Morko, le habían hecho
una ofrenda, por un lado parecía ser astuto, pero por otro se notaba que tenía
ganas de combatir.
A los pocos días ordenó que la horda conquistadora partiera
hacía esta nuevas tierras, y se hiciesen con el control de todas ellas.
Una vez llegaron a Nueva Lustria, el Kaudillo ordenó montar,
en una ladera bastante rocosa, su campamento, para así poder comenzar a
internarse en estas nuevas tierras.
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