CAPITULO V – “Nunca les gastes bromas”
Con el transcurso de las sucesivas batallas los generales notaban que sus ejércitos comenzaban a reducirse, los combate no habían salido mal, pero la necesidad de refuerzos era un hecho, entre los soldados que una estaban heridos y los que habían muerto, seguir con esta contienda era cuestión de número, y en esto los orkos, aunque su fuerza principal estaba mermada seguían siendo los número uno, en cuestión de tamaño.
Además las fuerzas del caos, se habían hecho esperar, pero finalmente, aparecieron. Daba la sensación que habían estado preparándose, para las batallas que tenían que desarrollar, parecía que tenían la intención de desbancar a sus rivales de un solo empujón, y en el mínimo tiempo posible. Tal y como andaba la situación en muchos de los campamentos, este hecho parecía algo más palpable de lo que inicialmente podía haber supuesto.
El general del caos había ordenado a sus fuerzas que se organizasen, pues su destino iba a ser una de las zonas más altas de la región, pues quería deleitarse y deleitar a sus tropas con la imagen del territorio que estaban a punto de comenzar a conquistar.
Mientras tanto Skitzzy continuaba maquinando sus futuras batallas, había recorrido muy poco territorio, pero las batallas ya habían sido bastante generosas, incluso para un orko, algún descanso no venía mal.
Aunque este pequeño descanso a muchos de los orkos ya le estaba sentado bastante mal, les prometieron muchos combates y grandes batallas, pero este general se estaba tomando demasiado tiempo en preparar los futuros enfrentamientos, pero lo que ningún orko había reparado es que su fuerza había flaqueado un poco, no de manera significativa pero lo suficiente para hacer que su general se preocupase un poco. Dentro del campamento al final se referían a Skittzy “Al kaudillo orejaz pikudaz”, las ganas de combate ya estaban pasando factura a muchos de sus orkos, y su animosidad al final acabó por jugarles una mala pasada, pues uno de ellos no tuvo mejor idea que ponerse a sacudir a un kanijo que estaba haciendo su trabajo. Esta situación fue rápidamente copiada por muchos otros orkos, aunque algún grupo de orkos también se pego con otro grupo, pues no habían ayudado como uno de sus capitanes esperaba.
El caos comenzó a extenderse por toda la horda de pieles verdes, pasar tantos días sin un solo combate había hecho mella en ellos, de una forma que su general no había pensado. Con todo el caos montado por las disputas, enfrentamientos y continuos gritos provocadores, Skittzy decidió salir a poner orden en su kampamento.
La tremenda oleada de combates entre los propios orkos era una imagen demasiado increíble incluso para Skittzy, caminando lentamente por un pequeño montículo de piedra, desde el que había dado alguna orden, para finalmente tener una buena visión de todo lo que estaba ocurriendo dentro de su kampamento. Cerró sus ojos, calmando su iracundo carácter e intentado no perder los nervios, emitió tal grito que un gran número de orkos, cercanos al general, fueron rápidamente reprimidos por tal grito, los demás entre el resto de orkos que forzaban que parasen e incluso aquellos que habían oído la potente voz del general, el caos se quedó en una oleada de silencio. Skittzy comenzó a revisar a sus hombres, pero notó que algo faltaba, los orkos parecían estar todos, pero habían unos que no habían hecho por aparecer ante el grito de llamada de su señor, los kanijos… Habían desaparecido, Skittzy comprendía que esta situación sí que era demasiado, sino podían contar con los pequeños goblins, para que pudieran proteger a sus superiores los orkos, como iban a poder continuar las siguientes batallas. Skittzy comenzó a hablar a sus chikoz:
“¿Alguno de vozotroz me puede decir ande están los goblinz?”
Los orkos sorprendidos por la pregunta de su general, comenzaron a mirar por sus alrededores, pero no llegaban a entender por qué era tan importante saber donde estaban, tal fue la frustración que Skittzy que uno de los orkos osó revelarse a sus kaudillo, riéndose a pleno a pulmón, diciéndole:
“JAJAJA ¿Dezde kuando un orko ze preokupa de un kanijo? Todoz zabemoz que eza ezcoria zin nozotroz no puede valerze para na’”
Skittzy no pudo contenerse más, y cargó con el orko que había osado ofenderle, comenzó a propinarle tal paliza que en cuestión de minutos el orko dejó de moverse, o lo había matado o había caído inconsciente, pero la furía del kaudillo no terminó ahí, cogió uno de los brazos del orko y comenzó a arrastrarlo hasta el lanzapiedroz más cercano, cargando la máquina de guerra con el cuerpo del orko, la hizo disparar, lanzando al orko más allá de donde su vista podía seguirlo.
Enseguida se giró al resto, y dirigiéndose a ellos realizó la siguiente pregunta:
“¿Kien kiere zer el siguiente? Porque kreo rekordar que ninguno kiere zer kargado komo munizión, ¿cierto?”
Los orkos no dudaron en comenzar a organizarse para buscar a los kanijos que habían salido huyendo del campamento, pues comenzaban a comprobar que la ira de su kaudillo iba más allá de todo entendimiento.
Tardaron más de medio en encontrar a muchos de los kanijos, pero aun faltaba algún grupo, pero Skittzy no se dio por vencido, formando a un grupo de guerreros, se dirigieron hacía una de las montañas más cercanas que tenían, al haber cuevas y tratarse de una zona similar a lo que podrían encontrar como zona segura, no sería de extrañar que se encontrarán allí.
Sorprendido por la imagen, al subir a la cima de la montaña, el señor del caos observó un pequeño puente natural formado entre dos montañas y un pequeño grupo de goblins corriendo y haciendo el vago, era un buen augurio, si estos seres estaban aquí el resto de pieles verdes no se encontraría mucho mas lejos. El general del caos, no se equivocaba, al poco de ordenar a sus hombres que los cogieran para “entretenerse” con ellos, sin haber podido terminar de torturar al primero de ellos, el grupo de orkos apareció desde el otro lado de la montaña.
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